El cine musical (género): historia y características
Desde Historia del Cine.es, seguimos con nuestro repaso cinematográfico de los diferentes géneros que componen el séptimo arte, tal y como lo conocemos. Un género que nació durante la década de los veinte y que estuvo muy presente en la gran pantalla hasta la década de los sesenta, fue el cine musical. En este artículo vamos a recorrer la historia del cine musical, desde su nacimiento en Broadway, dando su salto a los estudios de Hollywood y llegando más vivo que nunca a la actualidad. Desde la época dorada de Hollywood, que tenía innumerables estrellas como Fred Astaire y Ginger Rogers o Gene Kelly, hasta lo más actual con filmes como Moulin Rouge (2001) o La La Land (2019)
Posteriormente, destacaremos los principales elementos y características del cine musical; con el fin de poder dilucidar con la mayor claridad, cuáles eran los factores más importantes dentro de estas producciones musicales. En la última parte del artículo, con el fin de tratar otro tipo de cine musical a parte del hollywoodiense, hablaremos brevemente del cine musical español. Nos centraremos en el cine musical nacional, que hubo desde los años cincuenta hasta finales de los setenta; ya que es el periodo en donde se hicieron mayor número de producciones de este género. En este último apartado, hablaremos de las grandes estrellas nacionales del cine musical, como lo fueron Sara Montiel o Pepa Flores, entre muchas otras.
Orígenes
A finales de la década de los años veinte, nació una nueva forma de arte escénico; el cine musical. Los primeros musicales de Hollywood fueron en su mayoría torpes, y tendrían que pasar varios años hasta que se sofisticaran. Los cineastas de la época empezaron a darse cuenta de las necesidades y posibilidades artísticas únicas que ofrecía este nuevo género fílmico. Fue un género que tuvo una gran aceptación desde el principio por parte del público general, ya que después de la primera guerra mundial, el público estaba sediento de espectáculo, de baile y melodías pegadizas.
Las primeras producciones sonoras, que eran tecnológicamente primitivas, contaban con un sonido sincronizado al metraje del largometraje un poco distorsionado. Esto ya se intentó hacer previamente, como una rareza del vodevil a principios del siglo XX, pero el público no quedó impresionado. La tecnología más antigua estuvo plagada de un sonido metálico y una amplificación débil. Hollywood había construido una industria multimillonaria utilizando un lenguaje de imágenes y gestos sin palabras al que todo el mundo respondió. Por lo que pocas personas en el negocio creían que el cine sonoro tendría el éxito que posteriormente tuvo.
Salto a Hollywood
La tecnología fue mejorando lentamente y Hollywood empezó a esbozar los primeros proyectos musicales dentro de sus estudios. En un principio, los artistas del momento no veían con buenos ojos los musicales, pero la gran mayoría aceptaba trabajar en ellos para poder ganarse la vida dignamente. En 1926, Warner apostó por Vitaphone, un sistema que coordinaba imágenes filmadas con sonido grabado en grandes discos de fonógrafo.
La fuerza de Vitaphone era un sistema de altavoces amplificado que podía llenar los grandes teatros con un sonido relativamente claro. Desde el principio, los ejecutivos de Warner estaban más interesados en la música que en los diálogos audibles. Harry Warner dijo:
«¿Quién diablos quiere oír hablar a los actores? La música, esa es la gran ventaja de esto».
En 1928, reinaba el caos en Hollywood. La mayoría de los grandes estudios se habían visto sorprendidos por la abrumadora demanda de películas sonoras. De repente, las películas mudas aclamadas por la crítica se proyectaban en cines casi vacíos, mientras que el nuevo cine musical atraía a gran parte de la población. Era muy común en el Estados Unidos de aquel entonces, ver cómo la gente conducía de un lugar a otro, en busca de teatros en los que se proyectasen cine sonoro y en gran parte se debió al boom de los musicales.
Mientras los cines se apresuraban a instalar equipos de sonido, los estudios se apresuraron a construir instalaciones insonorizadas, idear proyectos de sonido y encontrar formas de dominar una forma muy diferente de hacer musicales. Ejecutivos desesperados, compraron los derechos de cientos de obras y canciones existentes. Y todos los grandes estudios contrataron compositores de Broadway para escribir nuevos musicales en pantalla.
El sonido suplantó por completo al cine mudo en 1929. A medida que el medio visual dio paso a uno audiovisual, la profesionalidad cinematográfica dio paso a un espíritu de improvisación desesperada. La nueva tecnología tenía serios inconvenientes, como que las cámaras y sus motores tenían que ser silenciados en cabinas inmóviles, dando a las películas sonoras una apariencia estática. Casi todas las primeras películas sonoras de Hollywood interpolaron algunas canciones. En 1929, la Metro Goldwyn Mayer Studios, se había puesto al día y su película La melodía de Broadway (1929) ganó el primer Oscar otorgado a una película musical.
En la década siguiente, los estudios produjeron musicales a racimos, debido a su flagrante éxito en taquilla. Tras el desplome de Wall Street de 1929, muchos teatros de Nueva York cerraron. Las estrellas del escenario neoyorkino, incluidos Fred Astaire, Fanny Brice, Eddie Cantor, Maurice Chevalier o Marilyn Miller, marcharon para Hollywood. Los contratos lucrativos también tentaron a los compositores y directores de Broadway para marchar de La Gran Manzana a Los Ángeles.
Para Hollywood, sin embargo, todo era nuevo. No existía una fórmula probada para el éxito ni métodos establecidos para la realización de películas musicales. No había ingenieros de sonido ni directores de fotografía que fueran expertos en cámaras de sonido. Además de traer obstáculos, esto también ofreció una increíble oportunidad creativa para las personas que se trasladaron al otro lado país.
Década de los 30
En los años treinta, hubo un enfoque de los musicales primordialmente en la danza. Busby Berkeley, nacido en Los Ángeles, quien coreografió y dirigió 19 películas musicales en los años 30, creó la distintiva y sensual toma caleidoscópica de bailarines a vista de pájaro. El uso de cámaras de movimiento por parte de Berkeley, en películas como La calle 42 (1933), convirtió al público en casi parte de la coreografía.
Fue pionero en la utilización de grúas para ofrecer planos picados, filmando desde trincheras debajo del escenario o colocando cámaras en pistas especiales para capturar todo tipo de tomas. Los elementos de sus estilizadas películas, incluían violines de neón, flores enormes o cascadas. El único rival de las películas de Warner Bros de Berkeley en los años 30 fue el ciclo de películas de la RKO con Fred Astaire y Ginger Rogers, como parejas inseparables. La química de los intérpretes principales suele ser la clave del éxito de un musical, de esta etapa tenemos que destacar su inolvidable Sombrero de copa (1935).
A finales de la década llegó uno de los musicales más queridos de la historia del cine: El mago de Oz (1939), protagonizado por la gran Judy Garland. La por aquel entonces adolescente Judy Garland, hizo de una Dorothy fascinante en una cálida fantasía que afirma el valor del hogar. La película tiene un encanto inocente y también una de las canciones más atemporales de los musicales como lo fue «Somewhere Over The Rainbow«; con música de Harold Arlen y letra de Yip Harburg.
Década de los 40 y 50
En la década de los 40, tuvo lugar la aparición de un bailarín, coreógrafo, productor y sobre todo actor, que cambió el género. Se trata de Gene Kelly. Él junto con Stanley Donen revolucionaron la forma de hacer musicales hasta entonces, grabando fuera de los estudios y haciendo evolucionar al musical. De su asociación tenemos, por ejemplo, Un día en Nueva York (1949). De la mano de Stanley Donen tenemos también la obra maestra de MGM fue Cantando bajo la lluvia (1952), considerada como una de las películas musicales más grandes de todos los tiempos.
Mientras que Astaire destacaba por la sofisticación de su estilo, Kelly destacaba por su carisma innato. Su baile en solitario con paraguas y pisoteando charcos al ritmo de la canción principal de la película, es uno de los momentos más impresionantes de la historia del cine.
El cine musical durante la década de los 50, siguió teniendo una presencia enorme en Hollywood, viendo como cada vez más estrellas de la industria se decidían a participar en uno. Por ejemplo, la mítica Doris Day estaba en su mejor momento con su personaje de armas tomar en Jane (1953), al igual que la eterna Marilyn Monroe en Los caballeros las prefieren rubias (1953).
Los años 50, también contaron con algunos de los musicales más recordados del cine; especialmente Oklahoma! (1955). También se hicieron otros míticos musicales como Carousel (1956), El rey y yo (1956) o Al sur del Pacífico (1958).
Década de los 60
La senda del cine musical de Hollywood siguió en su plenitud hasta principios de los años 60, cuando la versión cinematográfica de West Side Story (1961) tuvo éxito en la gran pantalla; gran parte de su éxito residía en la decisión de mantener intacta la música de Leonard Bernstein y las letras de Stephen Sondheim, originarias de la producción que se había llevado en Broadway anteriormente.
Sin embargo, la era del cine musical estaba llegando a su ocaso cinematográfico. Poco a poco, el público empezó a cansarse de tanto musical en pantalla, por lo que querían cosas nuevas por parte de Hollywood.
Pese a ello, hubo otros musicales que triunfaron. Pongamos por ejemplo el caso de Sonrisas y lágrimas (1965), que ganó cinco Premios Oscars incluyendo el de Mejor Película.
En 1964
Otros musicales que pegaron fuerte fueron los de Oliver (1968) o Funny Girl (1968); ambos musicales fueron adaptaciones de obras producidas en Broadway.
Las tres décadas siguientes
En las tres décadas restantes del siglo XX (70, 80, 90), el cine musical empezó a decaer considerablemente, haciendo que sus producciones se vieran reducidas drásticamente.
Los principales estudios de Hollywood, veían al género como algo ya lejano, tal y como pasó con las producciones de los westerns y spaghetti westerns.
Pese a ello, se siguió haciendo varios musicales por parte de Hollywood, aunque no era ni la ínfima parte de lo que llegó a ser en las décadas pasadas. De hecho hay varios musicales de la década de los setenta que hicieron pensar que podría salvarse el género y retomar la senda perdida. Películas como Cabaret (1972) o All that Jazz (1979), ambas protagonizadas por la gran Liza Minnelli, tuvieron un éxito significativo en taquilla.
The Rocky Horror Picture Show 1975
Cuando esta sensación cinematográfica se paseó por las pantallas por primera vez, los espectadores disfrutaron de una comedia romántica musical que cruza géneros con el horror, y sigue siendo uno de los clásicos de culto más duraderos del cine. Basada en el musical de Richard O'Brien (que también interpreta a Riff Raff y coescribe el guion con Jim Sharman, que dirige), la película sigue a una joven pareja recientemente comprometida, Brad (Barry Bostwick) y Janet (Susan Sarandon), a través de la noche más inolvidable de sus vidas.
Años más tarde llegaría uno de los clásicos más populares del género, de la mano de John Travolta y Olivia Newton John. El fenómeno de Grease (1978) sigue estando vigente a día de hoy con la infinidad de musicales que se han hecho de esa película.
The Blues Brothers: Granujas a todo ritmo) es una película cómica y musical estadounidense de 1980 dirigida por John Landis y con John Belushi y Dan Aykroyd como Jake Blues y Elwood Blues, personajes desarrollados a partir de un sketch musical del programa de televisión Saturday Night Live.
La película se desarrolla en Chicago. Cuenta con números musicales de rhythm and blues y soul hechos con la colaboración de los artistas James Brown, Cab Calloway, Aretha Franklin, Ray Charles y John Lee Hooker. Cuenta también con las actuaciones de otros actores fuera del ámbito musical como John Candy, Carrie Fisher, Charles Napier y Henry Gibson.
En los ochenta y noventa, se apostó por el género musical dentro de la animación de Disney; algo que encajaba con el público al que iba dirigido y que le brindaba de mayor accesibilidad por lo pegadizas que podían llegar a ser las canciones.
Películas que de alguna forma, revitalizaron el género encuadrándolo en un formato distinto del que se venía haciendo. En realidad, muchas de las películas más recordadas de Disney, fueron aquellas realizadas durante estas dos décadas. Podríamos estar hablando horas y horas de cada una de ellas, pero podríamos destacar La sirenita (1989), El rey león (1994) o El jorobado de Notre Dame (1996).
Resurgir en el nuevo siglo
Con la entrada al siglo XXI, Hollywood volvió a sus raíces en cuanto al género musical se refería. El cine musical volvía a contar con una frescura en pantalla, tal y como lo pudo tener en su momento más esplendoroso. Muchas de las películas de principios de los 2000, fueron absolutos taquillazos, que a su vez estuvieron peleando e incluso ganando estatuillas en la ceremonia de los Oscars. Moulin Rouge (2001) fue un absoluto éxito en taquilla, que devolvía ese aire nostálgico y romántico al musical.
En el año 2000 Lars Von Trier dirige su propia película musical Dancing in the dark con la cantante Bjork como protagonista.
Después llegarían películas como Chicago (2002) que se alzaría con el Oscar a Mejor Película.
En lo que refiere a Disney, siguió con su producción musical enfocado a un público joven y también juvenil con el lanzamiento de las películas de High School Musical. La franquicia buscaba abarcar más edades con decisiones como las de esta saga.
En la animación, Disney siguió cosechando éxitos con sus musicales, con películas como Tiana y el sapo (2010), Enredados (2010) o con la grandiosa Frozen (2013).
En Hollywood también se ha querido traer de vuelta el cine musical y han habido varias películas que han llegado a triunfar con notoriedad. Mamma mia! (2008), Los miserables (2012) o La La Land (2016), fueron aclamadas tanto por el público, como por la crítica especializada.
Ha nacido una estrella 2018 dirigida por Bradley Cooper ,es un remake de la misma película que protagonizo en su día Judy Garland.
Tim Burton ha dirigido varios musicales a lo largo de su carrera:
Características y estilo del cine musical
En este apartado, vamos a destacar las principales características con las que contaban las obras musicales de Hollywood. Y veremos qué es lo que se buscaba por parte de los productores y realizadores de la época.
Canciones pegadizas
Nos puede parecer obvio y redundante, pero es uno de los elementos más importantes del género. Buenos números musicales, fáciles y melódicos, que hicieran canturrear y bailar a los espectadores. Se buscaba que fueran accesibles y sencillos, para que cualquier tipo de público pudiera adentrarse sin problema alguno en la historia que se le estaba contando. Había incluso lo que se denominaba como sonido de «Broadway», a menudo asociado al grupo de compositores neoyorkinos de la Tin Pan Alley. Pese a que había un estilo que predominaba musicalmente, había una infinidad de subgéneros musicales dentro del cine musical; no se podían permitir limitarse artísticamente, ya que el cine musical tenía que estar en constante transformación para seguir gustando a los espectadores.
Historias verdaderas
A veces, llegamos a pensar que el género musical en el cine es plano narrativamente; pero en cambio, eso es algo que indudablemente no es cierto. Los grandes musicales que ha dado el cine a lo largo de décadas tenían en común, el hecho de contar con historias auténticas y fascinantes. Con auténticas me refiero a historias que aludiesen a nuestra condición humana; dicho de otra manera, aquellas historias en las que todos podemos sentirnos identificados de una forma o de otra.
Ópera prima de John Carney, exitoso director de musicales modernos como "Begin Again" o "Sing Street". Fue la ganadora del Oscar a Mejor Canción Original.
BEGIN AGAIN 2013
Por otro lado debían ser fascinantes, para que el público se viera atraído por la historia. Los espectadores quieren adentrarse en un mundo de fantasía, pero al mismo tiempo que les hablen de ellos mismos; en ese aspecto el cine musical, demuestra ser uno de los géneros más puramente cinematográficos dentro del séptimo arte.
Gran diseño artístico
Las distintas producciones musicales de Hollywood, contaban con un sofisticado y esplendoroso diseño artístico. Era una parte fundamental de dichas obras, ya que les imbuía en un universo florido y armonioso, donde los problemas se dejaban a un lado o se cantaban a voz viva. Por tanto, durante el periodo de máximo esplendor del cine musical, el director artístico tenía un peso inmenso.
Había que ser imaginativos e introducir a la audiencia, en lugares que nunca antes hubieran pensado presenciar en el cine. Hubo mucho derroche del presupuesto inicial de estos proyectos a principios del siglo veinte, cuanto todo parecía ir viento en popa hasta la crisis del 29. En los años posteriores, se fue más cauto en este sentido, pero a medida que los musicales iban teniendo cada vez más éxito en taquilla, los productores se animaban a apostar más decididamente por ellos. Un ejemplo muy claro es el de El mago de Oz (1939), con sus resplandecientes puestas en escenas y a su vez lúgubres, dependiendo de la acción de la trama.
Coreografías cinematográficas
En el cine musical no solo importa que haya una coreografía que ofrezca una estética bella, sino que también sepa moverse con los tiempos que impone el medio cinematográfico. Las coreografías debían dar sentido a la historia que se pretendía contar y que contara el mundo interior de sus personajes.
Normalmente al igual que pasaba con las canciones, se asociaban ciertos números a ciertos personajes, que les identificaban. Por eso, muchos de los coreógrafos más prestigiosos de Broadway, fueron llevados a Los Ángeles para que se encargasen de las producciones venideras. Si hubo una pareja que elevo los números de baile en el cine musical a otro nivel, esos fueron Fred Astaire y Ginger Rogers.
La belleza y exquisitez de cada coreografía que interpretaron a lo largo de la infinidad de largometrajes en los que trabajaron juntos, hicieron de ellos unos mitos del género. También tenemos que mencionar al gran Genne Kelly, que también fue el culpable de llevar a cabo varias de las coreografías musicales más recordadas del séptimo arte. Con un estilo distinto al de Fred Astaire, Genne Kelly consiguió enamorar a Hollywood por su carisma arrollador y por cómo sabia entender de maravillas, lo que pedía cada escena en cuanto a baile. Estos genios, son las caras más visibles del género, que aun a día de hoy las recordamos. Su presencia sigue siendo influyente en el Hollywood actual, pese a no tener nada que ver con el que vivieron dichas estrellas.
Cine musical español
No podemos decir que el cine musical español haya estado a la vanguardia cinematográfica, pero sí que hemos tenido periodos en donde se llevaban a cabo un número importante de musicales. El género musical en el cine español, estuvo asociado al folclore y a la tradición nacional en sus primeras décadas de surgimiento. Durante la década de los cincuenta hasta la de los setenta, surgieron muchos talentos nacionales dotados para el cante y el baile, que acabaron siendo estrellas del cine nacional. Nombres como Juanita Reina, Lola Flores, Antonio Molina, Sara Montiel, Paquita Rico, Luis Mariano, Marujita Díaz o Carmen Sevilla, fueron algunos de los nombres que fueron muy populares en aquellos años en nuestro país.
De este grupo previamente mencionado, la mayoría siguió con el estilo folclórico que estaba tan latente en aquellos años, pero hubo algunos artistas que empezaron a verse influenciados por la música que venía del exterior. A partir de los 60, con la llegada a la esfera internacional de grupos como Los Beatles o Los Rolling Stones, muchos artistas quisieron innovar. El problema que existía y que probablemente se lo estén imaginando, es que al estar España aún bajo una dictadura, había mucha censura ante lo que venía de fuera; ya que consideraban ciertos grupos como Los Beatles, como artistas que revolucionarían para mal a la juventud española.
Por otro lado, España tuvo un gran un número de musicales protagonizados por niños prodigio del cante. Niños carismáticos, con buena voz y dotes para el cante, que fueron auténticas estrellas en España durante décadas. Probablemente los dos nombres más conocidos por todos los españoles aun a día de hoy, sean los de Marisol (Pepa Flores) y Joselito. Niños que fueron un rotundo éxito del cine español y que incluso llegaron a ser populares a nivel internacional. Ese fue el caso de Marisol, una joven multifacética, que llegó a enamorar al mismísimo Orson Welles.
Antes de llenar las salas con 'Ocho apellidos vascos', Emilio Martínez-Lázaro dirigió el musical por excelencia del cine español de este siglo. 'El otro lado de la cama' fue la película española más taquillera del año 2002,
Nuestra última gran película melódica es 'La llamada', de Javier Calvo y Javier Ambrossi (más conocidos como Los Javis), basada en el musical homónimo escrito por ellos mismos y que ha sido un gran éxito en los teatros madrileños.
No forman parte del género musical pero ha habido muchas escenas musicales que han formado parte de películas y han pasado a ser historia del cine
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